Grupo Healy

Impunidad, política oficial

Bragueto, codicioso individuo, casó con Monetina , mujer poco agraciada pero dinerosa. Las uniones basadas en la ambición no suelen tener buen fin, y a veces ni siquiera buen principio: en la noche de bodas Bragueto fue incapaz de izar el lábaro de su masculinidad; tuvo que suplicarle a Monetina: “¡Dime cuánto tienes en efectivo, caja y bancos, a ver si así!”. El mucho dinero puede ser causa de problemas en el matrimonio tanto como el poco dinero. Claro, es más preferible la primera causa que la segunda. Pero no vine aquí a sermonear. Para eso está el Presidente de la República. A lo que voy es a decir que cierto día Bragueto y Monetina tuvieron una de sus incontables riñas conyugales. Le dijo ella a su marido: “Si no fuera por mi dinero ese coche de último modelo no estaría ahí; esa alberca no estaría ahí; ese gimnasio no estaría ahí.”. “Tienes razón -concedió Bragueto-. Y si no fuera por tu dinero yo tampoco estaría aquí”. Tiempos de terrorismo son los que estamos viviendo bajo el régimen de la 4T; tiempos de terror. Importantes ciudades mexicanas semejan por estos días poblaciones fantasmas. Sus habitantes casi no se atreven a salir a la calle; se guardan en sus casas por el temor de ser víctimas de los ataques de los grupos criminales que incendian tiendas y vehículos y disparan sus armas en modo tal que cobran vidas de inocentes. Una cadena de tiendas de conveniencia a las que López Obrador ha vituperado en sus comparecencias mañaneras son, quizá por eso mismo, uno de los principales objetivos de las agresiones de esos grupos violentos a los que ninguna fuerza pública reprime. La impunidad, -”abrazos, no balazos”-, política oficial implantada por López Obrador, da ánimos a los delincuentes para llevar a cabo sus embestidas contra la población civil. En ese contexto terrorista el único que está seguro es el propio López, quien se ve como protector y protegido de los cárteles, que prácticamente han creado un estado dentro de otro estado. Las fuerzas armadas del narco parecen más fuertes y más eficaces que las del Estado mexicano, Su ejército de sicarios desafía abiertamente al Ejercito Nacional; le hace prisioneros, lo mismo que a la Marina, y amenaza en sus propiedades y en sus vidas a los ciudadanos, los cuales parecen repetir, si me es permitido un rasgo de humor negro, la frase que hizo famosa en la televisión de ayer el Chapulín Colorado: “¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defendernos?”. No creo, como algunos, que haya habido un acuerdo entre el Presidente López y los capos de la droga, pero advierto que sólo cuando los Estados Unidos ejercen presión sobre México se detiene -y además en forma extremadamente sospechosa- a algún criminal importante La verdad es que la ciudadanía está desamparada frente a las arremetidas de quienes se han hecho dueños de vastas porciones del territorio nacional, No desesperemos, sin embargo. En alguno de sus shows mañaneros AMLO nos dará la buena noticia de que todavía su Gobierno controla más estados que los delincuentes.Babalucas tenía un expendio de jugos. Los vendía sólo de naranja y de zanahoria. Un agente de vendas le ofreció un útil y práctico extractor de jugos con el cual los podría

hacer de betabel, de alfalfa, de tomate, de cebada, de manzana y de otras frutas y verduras que serían del agrado de sus clientes. Babalucas aceptó el aparato. Tres meses después un cobrador se le presentó en el negocio. Le dijo: “Vengo a recoger el extractor. No ha pagado usted ni una sola de las mensualidades”. “¡Cómo! -protestó con enojo Babalucas-. ¡El hombre que me lo vendió me dijo que en un año se pagaría solo!”. FIN.

Me habría gustado conocer a don Luis de la Reguera y Córdoba, profesor de literatura en un colegio de Madrid.

Había leído el Quijote 30 veces. Podía repetir de memoria centenares de sus páginas. Afirmaba que la inmortal obra de Cervantes no era un libro: era el libro. Se ofendía si alguien citaba el nombre de Shakespeare junto al del Manco de Lepanto.

La devoción cervantina de don Luis llegaba a extremos. Una noche retó a duelo -los duelos habían pasado ya de moda- a un crítico que en una conferencia declaró que todos los escritores del Siglo de Oro español, con la posible excepción de Lope de Vega, eran aficionados, no profesionales de la escritura, y que por tanto sus obras -incluidas las de Cervantes- adolecen de defectos en ocasiones graves. Tuvo que intervenir don José María Pemán para calmar al enfurecido cervantista.

Me habría gustado conocer a don Luis de la Reguera y Córdoba. Tantas veces leyó el Quijote que él mismo se volvió un quijote. Y el mundo siempre está necesitado de quijotes. ¡Hasta mañana!...

EDITORIAL

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2022-08-15T07:00:00.0000000Z

2022-08-15T07:00:00.0000000Z

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